Hoy, en Mataró, el alumnado de los módulos profesionales del IES Miquel Biada tienen visita. Sus compañeros de 4.º de ESO han venido para invitarles a pensar en los criterios éticos que emplearán en su proyecto final de empresa: ¿Contratarán la luz a Endesa o a SomEnergia? ¿Los productos que se venderán serán de comercio justo? ¿Reservarán una cuota para los trabajadores que están en paro?
Con las respuestas, se abre el debate. El alumnadp de ciclos formativos reflexionan sobre las consecuencias sociales y ambientales de sus apuestas. Después, con el proyecto acabado, acuden a las nuevas oficinas del banco ético que han abierto los compañeros de 4.º Estos evalúan el compromiso ético de la futura empresa y, en función de su grado, otorgan un u otro crédito para hacerla posible.
El abanico de acciones educativas que incorporan una visión crítica sobre la economía es cada vez más amplio, pero experiencias como la del IES Miquel Biada de Mataró sigue siendo una anomalía del sistema educativo catalán. De secundaria a la universidad, la hegemonía del modelo neoclásico dominante es prácticamente absoluta. El muro es sólido. ¿Se puede resquebrajar?
Justamente este próximo fin de semana (20 y 21 de Abril) se celebra en Barcelona el encuentro “Por una educación económica transformadora. Impulsemos las finanzas éticas en el aula”, organizada por FETS y Fundación Fiare, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona y la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo de la Generalitat de Cataluña. El objetivo de este encuentro de ámbito estatal es plantear alternativas para una educación económica crítica y plural e impulsar un espacio de encuentro entre profesorado y entidades interesadas en trabajar las finanzas éticas en el aula.
Emprendimiento y status quo
“Es un escándalo, una deformación”. El economista Arcadi Oliveres lo tiene claro. Cree que las asignaturas sobre economía que se imparten hoy en día en la mayoría de centros educativos dan una visión sesgada, pero indiscutida, de la materia: “En “Economía de la empresa”, que es una de las que tiene más recorrido en bachillerato, se dan a conocer los grandes lemas del capitalismo: la especulación, la banca tradicional… Naturalmente, cuando acaban, los alumnos dicen que quieren estudiar Empresariales. A mí me enseñaron que la economía estaba al servicio de las necesidades humanas y colectivas”, lamenta.
Según Pedro Gozalbo, presidente de la Asociación de Enseñantes de Economía y Empresa, el enraizamiento de una visión monolítica de la economía en la educación secundaria se comenzó a gestar el 2012, con la introducción de la asignatura de emprendimiento en 3ro de ESO. “Entonces, junto a los recortes, se impulsó la idea del emprendimiento como una solución a la crisis: se responsabiliza a los ciudadanos de la crisis y se nos decía que necesitábamos competencias. Lejos de soluciones colectivas, se establecía el emprendimiento como motor de transformación social”, explica Gozalbo. Tres años después, la economía llegaba a cursos ulteriores a través de una discutida reforma del currículum escolar. “El problema es que no se contó con la comunidad de especialistas”, afirma Gozalbo. “Vía decreto es diseñó unos contenidos que están al servicio de los intereses de la banca tradicional y que parten del supuesto que el alumno debe consumir, endeudarse y hacer uso de seguros en el marco del modelo de finanzas hegemónico”.
El programa de Educación Financiera en las Escuelas de Cataluña (EFEC), que según sus propios datos ha llegado ya a 75.000 alumnos de 362 centros escolares, es el otro gran foco de críticas. Desde que se impulsó, el mismo 2012, de la mano de un partenariado público-privado formado, entre otro, por la Generalitat, el Instituto de Estudios Financieros (IEF) y entidades financieras como BBVA, CaixaBank, Banco Sabadell y Banco Santander, esta serie de talleres dirigidos a alumnos de 4rt de ESO y escuelas de adultos, e impartidos en buena parte por trabajadores de los mismos bancos, ha congregado las críticas de diversas asociaciones, sindicatos y movimientos sociales reunidos en la Plataforma por una Educación Económica Crítica (PLEEC). Entre otros, la PLEEC considera que “la educación sostenida con fondos públicos no se puede alinear con el discurso de las entidades financieras que han sido uno de los elementos responsables de la crisis” y reclama que se apueste por la incorporación de las perspectivas de la economía crítica, la solidaria, la feminista y la ecológica” en el currículum oficial. Para Gozalbo, miembro también de la Plataforma, “desde EFEC se intenta transmitir a los jóvenes que tendrán una pensión pública digna y que bajo esta creencia deben planificar su futuro con un plan de pensiones, con un plan de ahorro y consumo, con un uso de préstamos y una visión muy individualista de la economía. Todo con materiales elaborados por el Instituto de Estudios Financieros, creado por las mismas entidades del sector”.
“Como docente”, piensa Gozalbo, “creo que hemos ayudado a confrontar a los alumnos con diferentes puntos de vista. Que puedan reflexionar sobre las consecuencias individuales, colectivas y medioambientales de los diferentes modelos económicos o sobre la situación de la mujer en la economía. Debe ser una materia presente en todo el tramo de secundaria, pero partiendo del principio que la economía debe servir para la emancipación, no para la alienación”.
En busca de pluralidad
La misma demanda de pluralidad se siente en las universidades catalanas. Pol Guillaumes es alumno de 3r curso de Economía en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) y forma parte de Post-Crash Barcelona, una de las 19 asociaciones de estudiantes de economía de todo el mundo que el 2014 hizo un llamamiento para “devolver a las aulas el mundo real, así como el debate y la pluralidad de teorías y métodos” con el objetivo de “renovar la disciplina y crear un espacio donde se puedan generar las soluciones a las problemáticas sociales”. “No puede ser que sigamos estudiando con las mismas herramientas que antes de la crisis, como si no hubiese pasado nada”, afirma Guillaumes. “Nuestro objetivo no es decir cuál es el modelo económico bueno, sino que es generar debate sobre los modelos teóricos alternativos al neoclásico, sea el keynesiano, el marxista o el de la escuela austríaca, pero también que se hable sobre otros aspectos como la economía pública, que a pesar de suponer el 50% del PIB, no se estudia. Se deben tener todas las herramientas disponibles para incidir en el mundo, que al final es el objetivo de la economía”. Para Arcadi Oliveres, quien en 1980 comenzó a ejercer de profesor en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), “conseguir la pluralidad de visiones seria un primer paso; después se debería valorar cuáles son las consecuencias sociales y medioambientales de cada modelo”. Por ahora, solo se oye con fuerza una voz: “Se empezó por imponer a mediados de los 80, con la crisis de estado de bienestar promovida por Thatcher en el Reino Unido y la caída del bloque del este. Hoy no se debate sobre la mala distribución de la renta ni sobre los paraísos fiscales, el crecimiento indefinido sigue siendo una palabra sacrosanta y la disciplina se ha matematizado. Yo estudié economía durante el franquismo, y también hacíamos historia y sociología: teníamos una visión académica incluso más amplia que ahora”.
Des de Post-Crash también se reclama más interdisciplinariedad y metodologías cualitativas en los estudios. Según el Informe de la enseñanza de la economía en las universidades españolas, publicado por la entidad el 2015, solo el 5% de los créditos tienen un carácter interdisciplinar, “y la mayoría de éstas están vinculadas al Derecho”, puntualiza Pol Guillaumes. Para él, fisura más inmediata se encuentra en los profesores que van introduciendo en el aula los resultados de sus investigaciones (a menudo ignoradas por los alumnos por falta de publicidad) y en el camino que pueden abrir las mismas actividades que organiza la entidad. Por ejemplo: del debate sobre fiscalidad y género celebrado el pasado 6 de Marzo (a cargo de la profesora Montse Ballarín y del miembro d’Ekona Sergi Cutillas), se extraen una serie de conclusiones que a modo de recomendaciones se intentarán incorporar en la asignatura de Fiscalidad.
Como la feminista (“sin ningún tipo de presencia en la facultad”, dice Guillaumes), otras perspectivas críticas de la economía son tratadas en esporádicas asignaturas (en la Facultad de Economía de la Universidad de Barcelona, por ejemplo, se ha introducido la banca ética en la asignatura de microeconomía de la empresa de primer curso) y en posgrados de reciente aparición. Sin ir más lejos, este año la UAB acoge por primera edición el postgrado en Economía Social y Solidaria: Desarrollo Local, Cooperativismo y Transformación Social, surgido de la cooperación entre la universidad, el Ayuntamiento de Sabadell y la red de economía solidaria del territorio representada en el Telar Cooperativo. Arcadi Oliveres reconoce el valor de estos nuevos estudios, pero lamenta que no dejen de ocupar un espacio “marginal”.
Incorporar el estudio de las finanzas éticas es una primera pero pequeña grieta en el muro / Foto: FETS
Abrir una brecha
Visitar y conocer las cooperativas del barrio barcelonés de Sants, crear una de alumnos en el mismo centro, contraprogramas el EFEC con una obra de teatro del oprimido que lo critica, hackear el sistema a través de Hazte banquero, acoger charlas de entidades de finanzas éticas: también desde el mundo de la escuela se intenta romper el círculo de la economía dominante con múltiples y variadas acciones. Desde hace cuatro años, por ejemplo, Oikocredit, en colaboración con el Centro Promotor de Aprendizaje y Servicio, promueve esta metodología para estimular las visiones críticas sobre la economía. Para Martí Boneta, miembro de la entidad, “las finanzas éticas y el aprendizaje y servicio comparten puntos de partida: parten de las necesidades de su entorno, buscan la colaboración con otras entidades, trabajan con valores y en un proceso continuo de acción y reflexión”. El caso del IES Miquel Biada de Mataró no es una anécdota. Otros centros como el Instituto Quatre Cantons o la Escuela Técnico Profesional Xavier de Barcelona que también cuentan con la colaboración de FETS y Fundación Fiare, incorporan el trabajo sobre las finanzas éticas como un servicio a la comunidad: durante un trimestre, los estudiantes no solo aprenden sus virtudes, también organizan campañas de sensibilización dirigidas a familiares, compañeros y otros espacios del territorio. “Con el aprendizaje y servicio puede ser que no se llegue a tantos centros, pero la incidencia es muy grande. También entre el profesorado”, afirma Boneta.
A pesar de que desde las entidades del sector se está impulsando la creación de grupos de estudio de profesores que, entre otros, debaten y revisan guías pedagógicas con espíritu crítico, según María Antonia Bartolí, presidenta de FETS y referente del área mediterránea de Fiare, “el conocimiento de las finanzas éticas todavía está poco extendida”. Aún así, como Boneta, cree que el currículum oficial de la Generalitat hay suficientes fisuras para trabajar la economía desde otra perspectiva. “A diferencia de la emprendedoría, las finanzas éticas casi no se mencionan, pero el currículum dice que se educará en sentido crítico”, afirma Bartolí. “Se hace de forma muy genérica”, complementa Boneta: “se habla de crear un mundo diferente y son los maestros los que deben acotar la materia. Otra cosa son los libros de texto”. Ahí, la visión crítica es todavía más exigua. Por ello, cree Bartolí, las entidades de finanzas éticas deberían trabajar en las alternativas en diversos ámbitos: desde la formación de profesorado y la creación de recursos propios hasta la participación en plataformas como la PLEEC, entre otros. “Es necesaria otra educación en economía”, remarca, “es necesario y es posible”.
Artículo de Jordi de Miguel Capell publicado en el blog “Diners a contrallum” de elcritic.cat