3 abril, 2019

Las finanzas éticas, una herramienta para el empoderamiento de las mujeres

Un artículo de Queralt Castillo para el blog “Diners a Contrallum” en El Crític.

Las finanzas éticas nacen para dar servicio a iniciativas que a menudo han quedado excluidas de los sistemas bancarios convencionales. Promovidas dentro de la economía social y solidaria (ESS), entre los proyectos que se han impulsado con estas finanzas hay que han contribuido a apoderar económicamente y colectiva muchas mujeres. CRÍTICO recopila algunas de estas iniciativas y reflexiona sobre cómo puede ser una herramienta para el apoderamiento de las mujeres de países del Norte y del Sur.

¿Qué son las finanzas éticas?

El modelo financiero capitalista posa las empresas y sus ganancias en el centro y fundamenta una lógica asimétrica de las relaciones sociales. Ante este funcionamiento, se levanta otro, el de la economía social y solidaria, que prioriza las personas y sus necesidades a la hora de pensar el mundo. Las finanzas éticas son su instrumento financiero para invertir en proyectos que posan en el centro la vida y el apoderamiento de colectivos vulnerables. Este tipo de financiación responsable persigue cambiar el paradigma capitalista de maximizar los beneficios, y democratizar las relaciones financieras rescatando valores como la solidaridad, la confianza y la cooperación.

Por la profesora de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de Deusto y  expresidenta del Comité de Ética de Fiare, Cristina de Cruz, uno de los aspectos fundamentales de las finanzas éticas es que van más allá del ámbito monetario. “La banca ética es, sobre todo, una herramienta política porque reconoce las claves de la discriminación presentes en las estructuras económicas de dominación”, escribe De Cruz al libro ‘Una lectura feminista sobre el carácter político y el poder emancipador de las finanzas éticas’. Por ella, estos “proyectos políticos” se articulan “alrededor de prácticas que persiguen la democratización de las relaciones financieras y plantean otras maneras de generar poder social”. Uno de los ejemplos más claros para generar este “poder social” son las iniciativas impulsadas por mujeres.

Las mujeres, una prioridad de las finanzas éticas

Las mujeres son el colectivo que más sufre la pobreza y la desigualdad y el que queda excluido de manera sistemática del sistema financiero tradicional. Según datos de las Naciones Unidas, el 70% de las personas más pobres al mundo son mujeres. Trabajos y salarios más precarizados, dificultades al acceso a un trabajo estable y prejuicios limitan su libertad financiera en todo el mundo. El apoderamiento económico de las mujeres resulta una herramienta fundamental para mejorar la cohesión social y la reducción de la pobreza de las comunidades, y las finanzas éticas pueden ser una herramienta muy útil para conseguirlo.

Por eso, cada vez son más las iniciativas que posan las mujeres en el centro de sus proyectos con el objetivo no solamente que consigan autonomía económica ‘de facto’, sino también para contribuir, a la larga, a reducir la desigualdad entre hombres y mujeres. Tal como apunta el economista feminista Amaia Pérez Orozco recuperando las tesis de la socióloga Rae Lesser Blumberg: “Las mujeres con poder económico ganan en igualdad de género y en riqueza y control sobre sus propias vidas, contribuyen directamente al capital humano de sus hijos (nutrición, salud y educación) y a la riqueza y al bienestar de las naciones”.

En Cataluña, hace tiempo que entidades de la economía social y solidaria y de las finanzas éticas como Oikocredit, Microfides, Fiare Banca Ética o Coop 57 desarrollan proyectos impulsados por mujeres en todo el planeta. CRÍTICO ha hablado con ellas para saber qué tipos de iniciativas financian y que destacan algunas de las mujeres que han formado parte.

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Mujeres trabajadoras de la cooperativa KOMIDA, de Indonesia / OIKOCREDIT

Desde talleres de escritura hasta una granja de gallinas

Uno de los ejemplos más sólidos de banca ética a casa nuestra es el de Fiare Banca Ética, un banco concebido como herramienta de transformación social a través de la financiación de proyectos relacionados con la economía social y solidaria que opera bajo los principios de transparencia, participación, democracia y el crédito como derecho. Clara Soler, de Fiare Banca Ética, explica que la entidad apoya a proyectos que trabajan por “el apoderamiento de las mujeres y por su reconocimiento social y político en una sociedad patriarcal” desde diferentes ámbitos: “Mujeres emprendedoras, mujeres que sufren varios tipos de violencia, mujeres que necesitan el apoyo otras colectivos, etc.” Algunos de los suyos proyectos con mujeres más destacados son Lakari Koop, la cooperativa vasca de comercio de proximidad y ecológico; Femme Fleur, una cooperativa de mujeres catalanas que se dedica a la venta de productos de higiene íntima, y Mujeres & Compañía, una asociación cultural, creada el 2012, que tiene como objetivo difundir la escritura de las mujeres y en el mundo y la historia y hacer visibles sus aportaciones.

Oikocredit, Microfides, Fiare Banca Ética o Coop 57 apoyan a iniciativas de mujeres en todo el planeta

También Coop 57 ofrece servicios de financiación que se rigen por los principios de confianza, proximidad y flexibilidad con el objetivo principal de dar el apoyo financiero necesario a proyectos con un alto contenido social. “Coop57 favorece el crédito a colectivos independientemente de sus rentas y recursos propios. El sistema de garantías se establece a través de avales mancomunados, un compromiso personal e individual para responder como avalador por una parte de un préstamo concedido, explica Marion Guillot, miembro de Coop57, que asegura que esta fórmula funciona muy bien para “mujeres que tienen menos acceso a rentas y a crédito, puesto que tienen la posibilidad de emprender proyectos cooperativos propios”. Desde Coop 57 se han otorgado créditos a la Asociación de mujeres cineastas y de medios audiovisuales (CIMA), que tiene como misión fomentar la presencia de las mujeres en los medios audiovisuales y luchar por la igualdad de género en el sector, a Mujeres por el Futuro (Asociación Catalana de Mujeres Directivas y Empresarias) o a La Rascona, una cooperativa de mujeres que gestiona un bar vegano y una librería feminista al Pueblo-seco. En el ámbito rural han otorgado un préstamo al Obrador Xisqueta, una asociación sin ánimo de lucro del Pallars Sobirà formada por mujeres con un doble objetivo: pagar un justo precio a la lana que procede de las ovejas de las manadas de la zona y constituir un tejido artesano local con la venta directa.

Las entidades que se dedican a las finanzas éticas trabajan también para apoderar mujeres del Sur. Desde el año 2000, Oikocredit, una cooperativa internacional no bancaria de finanzas éticas, trabaja en la difusión del modelo de las microfinanzas, la banca ética y la inversión responsable a través de la sensibilización social. Oikocredit capta fondo de personas inversoras a los países del Norte y con este dinero financia proyectos empresariales de impacto social y ambiental positivo a los países del Sur. La cooperativa trabaja en más de 70 países sobre todo de la África, de la América Latina y de Asia. “Nosotros otorgamos a instituciones del Sur un crédito grande, que puede llegar a ser de 200.000 euros, y ellas lo dividen en microcréditos, el 84% de los cuales van destinados a mujeres”, asegura David Díaz de Quijano, el coordinador de Oikocredit en Cataluña.

Según él, el objetivo de los proyectos busca “apoderar las mujeres no solo en términos de capacitación financiera, sino también personal”. El 80% de la actividad de la entidad está centrada en el trabajo para la inclusión financiera y el resto está dedicado a proyectos relacionados con la agricultura sostenible, la ecología, el comercio justo y el impulso de las energías renovables en los países del Sur. Los resultados, según Díaz de Quijano, son muy positivos. “Los estudios y las evaluaciones de nuestros proyectos nos demuestran que las mujeres son más buenas pagadoras que los hombres y el índice de morosidad es más bajo en las mujeres”, asegura. Además, “las mujeres revierten los beneficios económicos de las actividades que llevan a cabo en la familia y en la comunidad”, dice. Uno de los proyectos de los cuales es muestra más contento es la pequeña granja de gallinas de Dimas Morales, una señora peruana de 68 años que gracias a los créditos de Pro-Emprendida, una socia de Oikocredit, ha conseguido salir adelante una granja con más de 700 gallinas que da de comer a una parte de la familia. Otro caso de éxito es el de Mimin Among, una mujer indonesia que gracias a un préstamo de la entidad ha creado la Koperasi Mitra Dhuafa (KOMIDA), una cooperativa indonesia que brinda servicios financieros a mujeres empresarias con bajos ingresos en áreas rurales que no tienen acceso en los bancos ni al sector financiero, y ha conseguido levantar un negocio de ‘krupuk’, galletas de gamba frita típicas del país, que ya da trabajo a 10 vecinos de la comunidad.

“Además de ofrecer microcréditos, las entidades locales trabajan la alfabetización financiera”, dicen desde Microfides

Otra de las entidades que trabajan de manera similar a Oikocredit es Microfides, una fundación sin ánimo de lucro que también se dedica a promover proyectos de economía social y solidaria en países del Sur. Sus proyectos siempre van destinados a mujeres vulnerables del ámbito rural y actualmente trabajan en Ecuador, en Benin y en el Senegal. Trabajan codo con codo con Fiare Banca Ética y sus iniciativas tienen morosidad cero. Irune Lekaroz, coordinadora de proyectos y presidenta de Microfides, explica que las entidades con las cuales trabajan en los países del Sur “siempre han asumido su morosidad, que, por otro lado, es muy baja” y lo enmarca en el hecho que la banca ética “tiene una morosidad mucho más baja que la tradicional, porque trabajan a pie de calle y fan un acompañamiento integral a las personas”. Lekaroz también explica que su opción de trabajar solo con mujeres es porque “se genera más impacto social cuando los fondos se destinan a mujeres. Ellas revierten todo el que se genera en la educación de sus hijos e hijas y en la misma comunidad”.

Todo y el impulso positivo de estos proyectos, uno de los problemas a los cuales se enfrentan Microfides y las entidades de finanzas éticas en general es la evaluación del impacto de los proyectos. “Evaluar el impacto en el sector del desarrollo resulta complejo y habitualmente hay pocos datos; por eso siempre hablamos de un impacto relativo”, dice Lekaroz, que, a la vegada, destaca que casi más importando que los microcréditos es la formación en ahorro. “Además de ofrecer microcréditos, nuestras contrapartes locales trabajan mucho en el tema de la educación y la alfabetización financiera. En este sentido, siempre se intenta promover un trabajo holístico, global, que promueva el desarrollo de la comunidad y que vaya más allá del microcrédito”, afirma.

Pero, como reciben las mujeres estos créditos? Los son útiles? Qué destacan? DiomCoop y Femme Fleur son dos cooperativas catalanas en las cuales participan mujeres que han impulsado sus proyectos gracias a la financiación ética.

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Las cooperativistas de Femme Fleur / FIARE BANCA ÈTICA

Una oportunidad laboral al alcance de las mujeres

Entre los proyectos que ha financiado Coop 57 en los cuales han participado mujeres hay el de DiomCoop, una “cooperativa de iniciativa social, formada por personas, antes dedicadas a la venta ambulante no autorizada, que quiere dar respuesta de forma sostenible y duradera a las necesidades de inclusión social y laboral de personas migrantes en situación de vulnerabilidad”, como se definen en su web. La cooperativa nació el 2017 y es un proyecto impulsado por el Ayuntamiento de Barcelona y BCNactiva. Actualmente cuenta con 16 socios y socias. Diomcoop se presenta como una “oportunidad laboral para gente que queda excluida por el sistema”, en palabras de Marie Saye, una de las socias.

“Diomcoop recibió unas subvenciones; pero, como que la Administración es muy lenta y tardábamos mucho a recibirla, pedimos un préstamo a Coop 57. Fue el que nos permitió posar la cooperativa en marcha y empezar a trabajar”. Para Marie, las finanzas éticas son fundamentales para apoderar colectivos en riesgo de exclusión y reconoce que Coop 57 los ofrecía mejores condiciones que la banca tradicional: más facilitado de pago y menos burocracia. “En proyectos que apenas empiezan, es complicado que la banca convencional te otorgue un crédito, o lo concede en unas condiciones poco asumibles”. Por ella, este es el aspecto más relevante de este tipo de finanzas.

Diomcoop y Femme Fleur son proyectos impulsados por mujeres que han empezado gracias a créditos de finanzas éticas

Otro caso de éxito en Cataluña es el de la cooperativa Femme Fleur, una pequeña cooperativa de mujeres nacida el 2011 centrada en el mundo de la higiene femenina. Eva Polío, una de las socias, explica que la cooperativa empezó pidiendo un préstamo a Triodos y a Gicoop, una entidad que proporciona préstamos participativos a cooperativas. El objetivo de estos créditos era preparar una campaña para intentar financiar la cooperativa a través de un ‘crowdfunding’. “El ‘crowdfunding’ fue tan bueno (veníamos unas calcetas para la regla) que multiplicamos por ocho las ventas que nos habíamos propuesto. Pero entonces apareció otro problema: habíamos hecho los números para hacer una producción relativamente pequeña y nos encontramos con el problema de ir a trucar a la puerta de proveedores grandes, así que pedimos un segundo crédito a Gicoop”. Después volvieron a pedir un préstamo a Fiare, para “poder tener un stock fijo de calcetas y continuar dando a conocer el producto”. Eva reconoce que hay que “trucar a muchas puertas” para garantizar la viabilidad del proyecto y reconoce que sin los préstamos de Tríodos, de Gicoop y de Fiare, la cooperativa no habría podido salir adelante.

Pero, más allá de las entidades que hacen de intermediarios entre los ahorros y los proyectos sobre los cuales invierten, también hay otros modelos de financiación ética, como las comunidades autofinanciadas. Las conocidas por CAF exploran la idea de compartir los ahorros entre un grupo de gente para invertirlos en pequeños préstamos entre ellos. En Cataluña ya hay más de 50 CAF, 40 de las cuales a Barcelona y al área metropolitana. Del total de CAF, hay 11 que son solo de mujeres por voluntad de las beneficiarias.

Finanzas en comunidad, otra alternativa de empoderamiento

Las comunidades autofinanciadas son pequeños grupos que pueden ir de 5 a 30 miembros y que comparten finanzas. Se reúnen una vez el mes y en cada reunión cada persona aporta el que puede y pide el que necesita para acabar de pasar el mes o hacer una pequeña inversión en algún negocio propio. “A las CAF se genera una relación basada en la confianza. En estas comunidades, las personas vulnerables pueden ensanchar y consolidar una red social que los ayuda en momentos de necesidad”, dice Roger Fonts, coordinador de la Asociación de CAFs.

Paula Baltazar fundó, junto con cinco personas más, una CAF el 2012. En aquel momento, tanto su marido como ella se habían quedado al paro. “El 2014 ya éramos el doble de miembros y habíamos conseguido ahorrar”. “Como que no conseguía encontrar trabajo, me di cuenta que me tenía que crear yo misma mi puesto de trabajo, y así fue como nació una tiendecita de productos mexicanos, la Tiendita Mexicana del Vallés”. En un primer momento pidió a la suya CAF 2.800 euros. “Me sirvió para arrancar; de otro modo habría estado imposible”. Hoy en día, Paula continúa contando con la CAF. “Es mi apoyo económico principal. Podemos pedir hasta 3.000 euros y yo los utilizo para hacer frente a gastos y facturas”. A su CAF, hay un interés mensual del 1% del total del préstamo, lo cual genera unos beneficios que a final de año se reparten entre los miembros.

“A las CAF, las personas vulnerables pueden consolidar una red que los ayuda en momentos de necesidad”

El sistema de las comunidades autogestionadas también cuenta con casos de éxito fuera de Cataluña. En Indonesia, para mencionar un ejemplo, hay varias comunidades formadas por mujeres que han conseguido “que estas no tengan que depender del dinero que les da el marido, montar pequeños negocios”, dice Roger Fonts.

Todas estas iniciativas, lejos del mundo de las finanzas convencionales, buscan dar aperos en la población, sea vulnerable o no, para gestionar sus propios recursos. A través de las finanzas éticas, de las entidades y las personas que toman parte y de los diferentes programas e iniciativas que se impulsan, cada vez hay más personas (especialmente mujeres) que habitualmente quedan excluidas del sistema financiero actual, que pueden apoderarse económicamente para reclamar su lugar en un sistema que los quiere fuera.

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